domingo, 13 de julio de 2014

summer time (I guess)

La primera vez que me di cuenta fue esa noche cuando me llevabas a mi casa. Tu madre iba en el asiento de adelante ¿lo recuerdas? Había salido con mis amigos y por alguna razón no quería volver a mi casa esa madrugada así que te alcancé mientras ella y sus amigos tomaba el café y tú tenías frío.  Miraste por el retrovisor para arreglarlo y te encontré la mirada. Sonreíste. Sonreí de vuelta y lo sentí, no como un rayo que te parte como románticamente lo describen, ni como el estremecimiento también eléctrico (electricidad, cosa curiosa ligada al querer) más bien como un simple darse cuenta, una bocanada de aire después de estar mucho tiempo bajo el agua, como un oído que se destapa de pronto después de un viaje desde las montañas a la playa. Así fue. Luego pusiste la mirada al frente y condujiste. En todo el camino no pude dejar de ver tus ojos concentrados en las calles. Quizá sabías que te observaba, te pasaste varios altos y tu madre decía que tuvieras cuidado. Observarte a través del retrovisor, hacer introspección y recordar que no me molestaba que me tomaras la mano en la calle, hacer memoria y darme cuenta que podía quedarme acostado en la cama sin la urgencia de ponerme la ropa y las máscaras que usábamos, darme cuenta que era feliz comiendo totopos dejados por alguien en la mesa de al lado mientras tu madre hablaba de cómo te había dejado con tu abuela cuando tenías 17 días de nacida para irse a su fiesta de graduación.