miércoles, 12 de junio de 2013

El huracán

-El huracán viene- dijo ella.
Había que prepararse, reunir alimentos, agua, lámparas y baterías; había que explicarle a los demás qué estaba pasando, explicarle a los amigos que los nubarrones no eran nada de qué preocuparse. 
-Podríamos guardar las cosas en cajas- dijo 
Entonces era cosa de marcarlas con plumones, guardar las fotos, guardar los recuerdos. Envolver los trastes rotos y cubrir los muebles con sábanas manchadas de nuestro sudor.
Luego vendría la espera; sentarse en las sillas que no se cubrieron, dejar correr las horas, alertas a que el huracán comenzara, que aparecieran los nubarrones en el cielo azul y con el sol del medio día.
-Es un bonito día- le dije.
-Sí, lástima que esté tan nublado- respondió.
Guardar silencio, esperar. 
-Hoy me preguntaron por ti en el trabajo- le comenté queriendo hacer conversación.
-Mira cuanta lluvia, ¿crees que haya goteras?- respondió.
Subir a revisar el techo, el sol quemante en la nuca. Bajar y encontrarla nerviosa mordiéndose las uñas.
-Me asustan los truenos- dijo.
Cuestión de acercarse a ella, abrazarla torpemente como suelo hacerlo. Ella recargada en mi pecho preguntándome cuánto iba a tardar el caos, cuándo pararía de azotar el viento y la lluvia contra las ventanas, diciendo entre murmullos que estaba harta de esa obscuridad que envolvía todo. Acariciarle el cabello mientras veía las motas de polvo danzar en un rayo de luz que se filtraba desde la ventana que daba al patio, escuchar a los niños jugando afuera, algún perro ladrando.
-Moriremos aquí, no tenemos esperanza- comenzó a sollozar.
Decirle palabras tranquilizadoras, alentarla a tener esperanza en que sobreviviríamos. Darle besos suaves en la frente, alzar su mentón buscando su boca.
-Está todo perdido- dijo ella rozando mis labios- nuestro tiempo terminó.
Levantarse de la silla, dejarla ahí sollozando sola, cruzar la sala y abrir la puerta para salir a la calle, el sol que cegaba y el suave recibimiento del calor de junio. Lástima que me deje la camiseta puesta, con este sol tan abrasante y uno tan descubierto.