martes, 31 de julio de 2012

Fernando Quiroz (wikipedia)


"[...] Los estudiantes llamábamos con el insultante nombre del "Burro" a don Fernando Quiroz Gutiérrez, quien de tonto no tenía absolutamente nada. En mi tiempo de interno del Hospital General de la ciudad de México, tuve el honor de ayudarle a operar y durante el correr de tres horas disfruté de sus charla y de sus ocurrencias.
El maestro Quiroz era un hombre de esos que llaman abiertos: sencillo, muy simpático y con un gran sentido del humor. Su forma de ser, en ocasiones algo brusca, y aquella intimidad de muchos lustros con la anatomía, habían llenado su vida de anécdotas.
En su clase, cuando en la revisión de las regiones del cuerpo humano se llegaba al capítulo de órganos sexuales masculinos, el maestro, con no disimulada intención, acostumbraba pedirle a una de las alumnas que subiese al estrado y expusiera verbalmente el tema. En cierta ocasión la seleccionada fue una jovencita conocida por su timidez.
—A ver señorita, tenga usted la amabilidad de hablarnos acerca del pene.
—El pene profesor, es el órgano copulador masculino que mide 15 centímetros en reposo y 35 centímetros de largo, en erección.
—¿Cuánto dijo usted, señorita?
La alumna con cierto titubeo:
—Quince centímetros en reposo y 35 durante la erección, maestro.
—No señorita, repuso don Fernando, eso lo debe usted haber soñado, porque ya no se da; si acaso, en nuestros días pueda usted encontrar algunos superdotados entre los indios de la sierra de Chihuahua.
La muchacha, indignada, se bajó del estrado y en un acto de enternecedora solidaridad, todas las alumnas de la clase se levantaron de sus asientos y se dirigieron indignadas hacia la puerta del aula, con lo que se hizo un gran silencio, que tan sólo rompió la voz del doctor Quiroz, para exclamar:
—Señoritas, ¿dónde van con tanta premura?, el tren para Chihuahua no sale hasta las 11 de la mañana.

— Vicente Guarner, en su libro Murmullos en el ático: ensayos y leyendas.

domingo, 29 de julio de 2012

7

Ella fue de las primeras.
-¿Estás bien?
-Sí - respondió sentada en el asiento del copiloto.
-No has hablado en todo el camino.
-No he querido hacerlo- dijo sin cambiar de tono.
-Ah...
Le conté que había visto a un hombre tropezar mientras cruzaba la calle y que un auto le aplastaba la cabeza. Aún seguía algo perturbado por la imagen.
-La gente debe morir, tú y yo lo haremos también- dijo mientras bajaba el cristal.
Definitivamente debe haberle pasado algo, cuando quiera decírmelo lo hará pensé. Las semanas pasaron y cada vez se retraía más. Comenzó a no responder a sólo que yo le hiciera una pregunta directa, a levantarse exactamente cuando el despertador sonaba, a dejar el cepillo de dientes exactamente en el mismo lugar.
El momento en que me di cuenta que algo estaba mal fue una mañana mientras vestía a Melissa para llevarla a la escuela.
Me casé con ella por ser una mujer de gran paciencia, en esa ocasión Melissa se resistía a ponerse las calcetas y ella le soltó un golpe. Melissa naturalmente le preguntó entre gimoteos porqué la había golpeado
-No tengo tiempo para tus lloriqueos- le respondió.
Intervine y le dije que no la volviera a golpear, ella se dio la vuelta y fue a la cocina. La encontré viendo la Tv mientras comía un plato de cereal.
Algo iba mal.

6

Los dos sentados viendo la tv, han pasado unas 3 horas. Le pregunto si quiere que le cambie de canal, me responde que no. Seguimos sentados. Es una buena noche.

4

No sé, eran las 3 am quizá. Sentí que su cuerpo se ponía sobre el mío y me frotaba su pubis , friccionando, tuve una reacción inmediata en mi sexo. Ella se quitó las bragas y el pantalón de la pijama   y luego hizo lo mismo conmigo. Me quedé recostado ahí, viendo cómo su cuerpo se movía sobre mí. El vaivén de sus caderas hasta que sentí un pequeño destello de placer al sentirme venir en ella. Al pasar esto se bajo de mí y se recostó a mi lado. Volvería a pasar unas dos veces esa noche, quizá lo intentaría antes de irse a trabajar o al volver, quizá lo haría con alguien de su trabajo, quizá sucedería durante la comida y tendría de decirle que no para que Melissa no viera. Ya deben son mediados de mes, ya debe andar ovulando.
Me pregunto cuantos hijos tendríamos (si es que fueran míos) si no la hubieran ligado. Me pregunto si no habré contraído ya una enfermedad de alguien de su oficina. Me pregunto tantas cosas en estas noches de libido, tantas cosas que ella no piensa porque ahora duerme profundamente.

3

-¿Llamo a mamá para que venga a comer?
Ella vendría de cualquier manera, a esta hora ya debe tener hambre. Aún así le dije que la llamara. Volvió unos instantes después tomada de la mano de ella. Al aparecer por el marco de la puerta y ver la comida sus ojos sólo prestaron atención a esta. Sus manos se soltaron suavemente de Melissa y se sentaron. Esperó a que le sirviera y comió todo el plato de pollo con ensalada con las manos. Terminó y  se relamió los dedos, luego se paró y se fue al baño a defecar y orinar dejando la puerta abierta.
-Al menos ya no hace en el pasillo, ¿cierto?- le dije a Melissa.

2

-Buenos días.
Era más por costumbre. Ella solo volteó para ver de donde venía el saludo y se dirigió a la cocina. Desde la muerte de Melissa la única persona con quien hablo es ella. Debería tenerle rencor. Quisiera tenerle rencor. Creo que estoy demasiado acostumbrado. Hacía años esta situación hubiera sido causa de tantas peleas... ahora sólo es aceptación (¿o costumbre?).

miércoles, 25 de julio de 2012

1


No, no fue como en las películas o los videojuegos; no comenzó en un pueblito de China ni por un accidente en un laboratorio biológico de Rusia, tampoco en la base subterránea secreta de una empresa multinacional. No hubo caos en las ciudades ni se vieron movilizaciones militares; tampoco ríos de sangre ni escenas de gente asesinando a sus parejas, padres, hermanos o hijos. No se dieron mutaciones grotescas o podredumbre en vida. Nadie gemía mientras caminaba arrastrando los miembros o hacían sonidos guturales.
El cambio fue tan lento que pocos se dieron cuenta qué pasaba. La mayoría no lo supo, y ahora se les ve en las calles, las oficinas, manejando automóviles en las carreteras, acostados a tu lado en la cama.
A veces espero que me llegue el momento, que empiece con los síntomas, que me vuelva parte de ellos, pero sé por esta ansiedad que me invade al pensarlo que aún no sucumbo. Las ganas de no levantarme por la mañana al sonar el despertador, la pereza y la distracción en el trabajo, el desgano al llegar a casa, sé por estas cosas que aún no caigo, que sigo siendo humano.

plip!

blblblbl

lunes, 9 de julio de 2012

5

Todos los días... saber que todos los días iba a ser lo mismo y ella nunca sería ella de nuevo.

jueves, 5 de julio de 2012